Gabriel Tuñez - Agencia DPA
BUENOS AIRES.- El presidente, Mauricio Macri, aprobó con un triunfo el primer examen electoral de su gestión, las primarias con miras a los comicios legislativos de octubre próximo, aunque con un final voto a voto en la provincia de Buenos Aires ante su antecesora, Cristina Kirchner.
Macri venció en la mayoría de los principales distritos pese a que la situación económica del país comenzó a despegar recién en las últimas semanas y tiene todavía números muy negativos: en los primeros siete meses del año la inflación superó el 13% y casi un tercio de la población vive en la pobreza.
En ese complejo escenario económico y social, Macri logró retener ocho de los nueve distritos en los cuales había triunfado en las presidenciales de 2015: Córdoba, Santa Fe, Jujuy, Entre Ríos, San Luis, Mendoza, Ciudad de Buenos Aires y La Pampa. Aunque mantenga en octubre la cantidad de votos conseguida el domingo, el Gobierno no revertirá la situación de minoría que tiene en el Congreso.
Sin embargo, Macri consiguió un buen resultado para contar con mayor margen de negociación a nivel legislativo y así impulsar tres reformas que considera clave para el segundo tramo de su administración: la laboral, con condiciones similares a las aprobadas en Brasil -pérdida de los beneficios sindicales y reducción de las indemnizaciones en caso de despido-; la previsional, que incluiría un aumento en la edad jubilatoria; y la impositiva, con la que intentará reducir el déficit fiscal del 4% del PBI.
En los días previos a las primarias el Gobierno vio incrementar el valor del dólar hasta $ 18. Cuando Macri asumió el poder (diciembre 2015), esa moneda cotizaba a $ 9. Para contener el alza, que generó preocupación en el Gobierno, el Banco Central vendió en las últimas semanas más de U$S 2.000 millones de sus reservas.
Al explicar los motivos de esta situación, el Gobierno aseguró que un posible un triunfo de Kirchner en Buenos Aires había causado incertidumbre y temor en los mercados. Restará saber qué ocurre si Cristina logra la victoria en el ajustado recuento final de votos. (DPA)
Los electores exigen que haya elecciones "sin trampas"
Leandro Querido - Director ONG Transparencia Electoral
BUENOS AIRES.- La encuesta que realizó Transparencia Electoral en la provincia de Buenos Aires generó mucha repercusión en cuanto a un dato: el 60% de los consultados consideró inútiles a las PASO. Otro dato reforzó esta respuesta. El 58% entendía que debían no ser obligatorias.
Sin embargo, un dato pasó desapercibido, quizá el más importante. Un 65% de los consultados aseguró que iría a votar en caso de que fueran no obligatorias. ¿Raro? ¿Contradictorio? No, para nada. Los datos de participación de la elección primaria, abierta, simultánea y obligatoria lo confirman.
Cuando se temía que la participación iba a estar por debajo del promedio histórico, el compromiso de los electores con la democracia se expresó. Los votantes podrán cuestionar el atajo que han tomado algunos candidatos y partidos para evitar la competencia interna, pero el acto de votar no se mancha. Siempre se vota.
En las democracias competitivas, la participación electoral es una buena variable para medir el estado del sistema político, la confianza en las autoridades electorales y el nivel de representatividad de los partidos. Los electores argentinos son participativos, pero aún están en deuda con ellos la mayoría de los grupos políticos.
Los resultados del domingo muestran a electores que les reclaman a los partidos no solo participación, también le exigen elecciones “sin trampas”. Esto también quedó reflejado en la encuesta mencionada: el 93,3% de los consultados consideró que los partidos políticos deben comprometerse con el juego limpio electoral.
La cuestión de las PASO deberá incluirse en el temario de la mesa que discuta la próxima reforma electoral, que el Gobierno volverá a impulsar luego del éxito del domingo. Eliminar este instrumento -producto de un reclamo de la ciudadanía que exigía más participación-, no parece ser el camino correcto. Deberá abordarse uno con mayor vehemencia: los partidos o coaliciones deben abrir la participación de un modo genuino, generando incentivos legales concretos, y castigos concretos también. (Télam)
Cristina, a un paso del Senado y del liderazgo opositor
Cecilia Caminos - Agencia DPA
BUENOS AIRES.- La ex presidenta Cristina Fernández quedó a un paso de conquistar una banca en el Senado, si repite en octubre los resultados que obtuvo este domingo en las primarias legislativas, y frente al desafío de erigirse como líder opositora, con un peronismo fragmentado y en búsqueda de renovación.
El regreso de Cristina a la escena pública, tras ocho años consecutivos de Gobierno (2007-2015), demostró que la dirigente peronista se mantiene como uno de los principales referentes políticos del país, pero con un sensible desgaste político. La dirigente se propuso al frente de su nuevo partido Unidad Ciudadana como la principal figura para ponerle freno al Gobierno de Mauricio Macri, al adjudicarse el triunfo en las primarias legislativas bonaerense, pese a que se desconocen los datos definitivos
“Dos de cada tres bonaerenses le dijeron no al ajuste (económico). Vamos a pedirle al Gobierno que escuche lo que las urnas han expresado y cambie el rumbo económico”, dijo Fernández, procesada por presunta corrupción.
La crítica a la política económica de Macri se convirtió en el principal “caballo de batalla” de Cristina, en medio de una lenta reactivación que aún no se siente en todos los sectores mientras continúa el alza inflacionaria y siguen los ajustes en las tarifas de servicios públicos.
En estas primarias, que definieron los partidos y candidatos que competirán en las legislativas del 22 de octubre, la ex presidenta obtuvo unas décimas menos que lo que sumó el kirchnerismo en las generales bonaerenses de 2015.
En 2015, el Frente para la Victoria (FpV) era un frente nacional; ahora, Cristina prefirió no competir con el FpV ni vivir una primaria del Partido Justicialista (PJ).
“El kirchnerismo tiene un voto bonaerense con un techo muy rígido, le va a costar mucho, en octubre, sacar más de lo que obtenga en agosto”, declaró Juan Germano, director de la consultora Isonomía. El analista señaló que “hay una parte de la ciudadanía decepcionada con el Gobierno, pero antes de esa decepción hay un alto rechazo estructural al kirchnerismo”. (DPA)
Se puso en duda la vigencia del kirchnerismo
Nicolás Poggi - Agencia DyN
BUENOS AIRES.- El caudal de votos obtenido por la ex presidenta Cristina Fernández en las PASO de la provincia de Buenos Aires, relegada al segundo lugar por Cambiemos, pone en duda la vigencia del kirchnerismo como fuerza de hegemonía sobre el PJ, pese a que la ex mandataria logró compartir el primer lugar con Cambiemos.
Después de haber fracturado el PJ para no disputar las primarias con Florencio Randazzo, la ex jefa de Estado afronta interrogantes ante la reconfiguración peronista que podría producirse a nivel nacional tras los comicios de octubre.
En un justicialismo convulsionado desde la derrota de 2015, con gobernadores que no ocultan sus intenciones de discutir el mando, el desempeño electoral “K” podría debilitar el predicamento de Cristina sobre el aparato del PJ.
¿Cuáles son los límites de Cristina para octubre? Que no puede contar con la movilidad del voto. Poseedora de un piso “alto” para el promedio de cualquier candidato, es dueña también de un techo “bajo”. Es decir: el porcentaje reunido en esta oportunidad es, números más o menos, todo lo que el kirchnerismo puede conseguir.
En el peronismo, los primeros lugares obtenidos en muchas de las provincias otorgarán a los jefes territoriales la legitimidad necesaria para rediscutir la conducción partidaria. Una elección reñida o desfavorable en octubre podría precipitar una renovación que se veía impedida por la gravitación de la ex presidenta.
Hasta los gobernadores que ensayaron una pirueta kirchnerista encontraron el destrato de las urnas, como el caso del puntano Alberto Rodríguez Saá, quien se sumó en el bando de los derrotados a la santacruceña Alicia Kirchner.
Los buenos desempeños de los mandamases Sergio Uñac (San Juan), Juan Manzur (Tucumán), Domingo Peppo (Chaco) y -sobre todo- Juan Manuel Urtubey (Salta) preanuncian una reconfiguración del PJ para las presidenciales de 2019, si es que el empate del domingo virara a una eventual derrota en la provincia de Buenos Aires en octubre. (Télam)
Una gestión fortalecida con una oposición muy fragmentada
Sergio Berenzstein - Analista político
Si uno observa los resultados electorales del conjunto del país, puede decirse que Cambiemos hizo una muy buena elección. Observando el mapa electoral, la alianza que lidera el presidente Mauricio Macri ratificó su predominio político en distritos como Jujuy, Corrientes, Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Mendoza. E hizo una elección mejor de lo que se esperaba, a prima facie, en la provincia de Buenos Aires. En otras jurisdicciones, en las que no habían resultados contundentes y que, en cierta medida, eran afines al Gobierno, la votación le resultó ampliamente favorable a la Casa Rosada. Léase Córdoba. En este recorrido electoral, el domingo que pasó se debilitaron algunos sistemas feudales como el de San Luis de los Rodríguez Saá o la mismísima Sana Cruz. Y hasta se fue en contra de la historia en la que el peronismo mostraba siempre un predominio cuasi absoluto: La Pampa.
Cambiemos, además, hizo una buena elección en Entre Ríos, al igual que en Santa Fe. Esto hace pensar que estamos en presencia de una coalición gobernante nacional muy fortalecida, pero que tendrá que confirmar la perfomance el 22 de octubre próximo.
Una segunda lectura que se puede realizar acerca de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) es respecto de cómo queda el sistema político argentino. En este sentido, la primera conclusión a la que se puede arribar es que hay un fortalecimiento del gobierno que se contrasta con el debilitamiento relativo del peronismo. La fragmentación pudo observarse, por ejemplo, en Buenos Aires donde Cristina Fernández de Kirchner sacó menos votos que en 2011. Eso la debilita como líder con alcance nacional, como alguna vez supo decir el gobernador tucumano Juan Manzur.
Si se mira internamente lo que sucedió en el Partido Justicialista (PJ), el salteño Juan Manuel Urtubey ha ratificado su predominio en la provincia que gobierna. Lo mismo aconteció con Manzur en Tucumán y con Sergio Uñac en San Juan; claro que ninguno de estos mandatarios tienen una escala suficiente como para pretender liderar el proceso de reorganización partidaria.
En suma, semejante asimetría no le hace bien al sistema político, aquello de tener un gobierno fortalecido y una oposición tan fragmentada y debilitada. Un buen sistema político, o lo ideal, requiere todo lo contrario, gobierno fuerte con oposición fuerte.
El tercer aspecto que ha dejado las PASO está relacionado con la vocación que puede tener la gestión de Mauricio Macri para reimpulsar reformas fundamentales que necesita la Argentina. Algunas de esas medidas son imperiosas para incrementar la tasa de inversión que derrame más empleos en el país. Para avanzar con esas medidas, cualquier administración de gobierno requiere de mucho apoyo. Ahora bien, ¿cómo se hace para pactar con gobernadores peronistas, dentro o no de una liga, que seguramente estarán preocupados en el proceso de reorganización partidaria que implique alimentar liderazgos?
Dada las circunstancias, el Gobierno nacional no cuenta hoy con la autonomía suficiente como para encarar reformas estructurales. Hasta ahora, la Casa Rosada ha establecido, en su agenda, la imperiosa tarea de avanzar con cambios en el régimen impositivo nacional o en la cuestión previsional. También con los nuevos compromisos Nación-provincias para hacer cumplir la ley de responsabilidad fiscal y la tan mentada reforma política.
De la cuestión laboral mucho se ha hablado, pero hasta ahora no se sabe la agenda del gobierno respecto del tema; si avanzará con regímenes similares a los de la década de 1990 o la discusión en la materia se dará sector por sector. Creo que, en ese sentido, hay demasiados interrogantes que tendrán que irse aclarando si se quiere tomar medidas en esa orientación.
Las transformaciones
El Gobierno nacional, en definitiva, requiere avanzar en una agenda de transformaciones más vigorosas en el país, pero para eso hace falta una oposición más firme y coordinada, que esté dispuesta a dar un debate serio. Lo que tampoco se sabe es si el Gobierno tendrá el liderazgo necesario, la generosidad o la actitud de ir a negociar o a acordar con la oposición. Y, a su vez, si los sectores no afines a la Casa Rosada estarán dispuestos a aceptar esa suerte de acuerdo, mientras el peronismo se debate sobre su reorganización partidaria.
Al Ejecutivo no le alcanzan las fuerzas propias para avanzar con aquellas reformas estructurales. Tarde o temprano requerirá del apoyo de los gobernadores para darle sustentabilidad a sus planes. Otra vez, la Argentina se enfrenta al dilema de construir consensos y acuerdos, evitando la cooptación, pero marcando los lineamientos hacia la coordinación de acciones. En otras palabras, el Gobierno tendrá que acordar con la oposición sin pretender que se sumen a su proyecto político, es decir, cada uno desde su lugar.